Junto a la Cofradía de Belchite y la Militia Christi de Monreal, ambas netamente aragonesas, pronto harían acto de presencia en Aragón las Órdenes del Temple y del Hospital. Sus primeros representantes llegaron como colectores de donativos, pasando cuando las donaciones adquirieron entidad a establecer sus primeros enclaves permanentes. Ya en vida de Alfonso I el Temple recibió Mallén en 1127.
Pero, todo cambiará radicalmente con su muerte sin descendencia en 1134. Su atracción por el ideal cruzado empujó a Alfonso I a dejar el Reino a las tres principales órdenes militares de Oriente: el Temple, el Hospital y el Santo Sepulcro. Sin embargo, la última voluntad del monarca tenía poco de realista. Los magnates del Reino eligieron como monarca a Ramiro II el Monje. La solución llegó con su matrimonio con Inés de Poitiers y los posteriores esponsales de la hija de ambos, Petronila, con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV.

Solucionada la cuestión dinástica, era necesario encontrar una salida al testamento, pues las órdenes militares no habían renunciado a él. En 1143 Ramón Berenguer IV llegaba a un acuerdo con los dignatarios del Temple. Aceptaron renunciar al testamento a cambio de los castillos de Monzón, Mongay, Chalamera, Barberá, Remolinos y los derechos sobre el castillo de Corbins, todavía en manos musulmanas. Estas compensaciones territoriales se veían incrementadas con algunos importantes privilegios.
Contingentes Templarios participaron en la conquista de Tortosa (1148). En 1151 la Orden recibió Ambel, Alberite y Cabañas. También freires templarios se sumaron a la campaña de Lérida y Miravet (1152); esta última plaza quedaría en su poder.
Ya bajo el reinado de Alfonso II, en 1163 recibieron desde Buñuel hasta Salceto, entre Tauste y Novillas. Un año más tarde pasó a sus manos una heredad en Tauste desde la torre de Oltrele hasta Remolinos, cesión vinculada con los yacimientos de sal. En 1174 recibían el castillo de Horta de San Joan y en 1182 era el turno de la Zuda de Tortosa, así como la villa y castillo de Ascó y el de Ribarroja, además de Riu de Algars. En 1191 recibían la parte de Fraga perteneciente al conde de Pallars. A tenor de estas donaciones, en poco más de medio siglo el Temple se había convertido en la orden militar más poderosa del Reino.
