Fortalezas, señorío y monjes guerreros


Las órdenes militares surgieron tras la Primera Cruzada, como organizaciones religiosas de carácter castrense destinadas a defender la Fe cristiana. Aunque su origen tuvo lugar en Tierra Santa, el Reino de Aragón también era frontera frente al Islam. Cuando se conquista Jerusalén (1099), en Aragón y Navarra reinaba Pedro I. Nacido poco después de la Cruzada de Barbastro (1064), este monarca había tomado Huesca (1096) y, aliado con el Cid, derrotó a los almorávides en la batalla de Bairén (1097), cerca de Gandía.

El contexto resultaba propicio para la entrada en nuestro territorio de estas nuevas organizaciones religiosas y militares. Pero Pedro I falleció prematuramente (1104), heredando el Reino su hermano Alfonso I el Batallador. Fue este monarca el mayor impulsor de las órdenes militares, tanto en vida, como tras su fallecimiento en virtud de sus mandas testamentarias; aunque éstas no se llevaron a efecto, derivaron en la concesión de importantes propiedades a las órdenes.

Durante los siglos siguientes los monjes-guerreros fueron importantes actores de la Historia de Aragón, tanto a nivel político y militar, como económico, social, cultural y religioso. Frecuentemente fueron llamados a defender posiciones avanzadas frente a los sarracenos y a repoblar los territorios fronterizos turolenses. También fueron beneficiarios de las donaciones reales, hasta llegar a controlar una sexta parte del Reino.

Su implantación fue muy desigual. Resultó intensa en las serranías orientales turolenses y en el Bajo Aragón, así como en la parte oriental y occidental de Aragón y en el Valle del Ebro. Por el contrario, fue testimonial en los valles pirenaicos y en el Prepirineo y en la Sierra de Albarracín.

A pesar de que a finales del Medievo estas organizaciones ya habían perdido su razón de ser, protagonizaron un lento declive en sus funciones y protagonismo social, hasta perder sus propiedades en 1855. Estos más de setecientos años de Historia han dejado una profunda impronta en Aragón.

Son 173 los edificios o conjuntos defensivos, entre torres aisladas, castillos, fortalezas conventuales, recintos amurallados y masías fortificadas vinculados a las órdenes militares en Aragón. Pero su impronta trasciende también a numerosas iglesias, ermitas y santuarios, además de a construcciones civiles como palacios, hornos, molinos.

vista-monzon-anton-van-den-wyngaerde
Vista de Monzón de Anton van den Wyngaerde, 1563 (National Bibliothek de Viena).